Hablar de cambio climático sugiere un escenario en el que abundan precipitaciones de gran intensidad o temperaturas extremas, y muchas veces no se hace una lectura real de las consecuencias que acarrea.

Este tipo de fenómenos tienen consecuencias incluso más allá de donde se producen, porque al cambiar el entorno, las especies que habitan en él comienzan a encontrarlo hostil y se desplazan a otras áreas.

Esta es básicamente la explicación que se otorga al aumento de plagas de insectos que ha experimentado Barcelona recientemente. Especies como las avispas asiáticas están ahora presentes en la ciudad condal como resultado de estos cambios.

La modificación de las temperaturas, la humedad y los gases de la atmósfera que el cambio climático ha ocasionado en el que era el hábitat natural de esta especie ha hecho que grandes colonias se hayan asentado en lugares muy distantes de su origen, pero que representan unas condiciones más parecidas a las que tenían previamente.

Este fenómeno se conoce desde hace tiempo, y de continuar la actual tendencia, es de esperar que nuevas especies procedentes de ambientes muy lejanos terminen por instalarse en zonas próximas a la capital catalana. Por lo pronto ya han sido detectadas algunas clases de chinches que no son autóctonas, y que se supone han llegado a Barcelona por motivos similares.

En muchos casos la llegada de estas especies no supone ninguna amenaza. Simplemente se adaptan a su nuevo hábitat y se reproducen con normalidad. Pero en otros pueden causar problemas o alterar el ecosistema si compiten con especies similares.

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