La mosca negra se multiplica a lo largo y ancho de nuestro territorio allí donde encuentra caudales limpios de agua que no tienen suficiente calidad como para ser  hábitat de sanguijuelas y otros depredadores de la mosca negra.
Madrid, Cataluña, Valencia, Aragón, Murcia y La Rioja son las comunidades más afectadas por la hembra de este insecto, que busca sangre con la que alimentar a sus huevos. Para ello, sus mandíbulas sierra cortan la piel, provocando que su picadura sea en realidad una mordedura que produce fuertes reacciones alérgicas y síntomas como altas fiebres que pueden llegar a durar semanas.

La saliva de este insecto va además equipada con anestésicos que hacen que no sientas la mordedura, así como anticoagulantes para obtener la sangre. Estas mismas sustancias son las que provocan las fuertes reacciones alérgicas que se observan tanto en los humanos como en el resto de los animales como el ganado.

La sequía y el cambio climático han provocado que esta proliferación se convierta en una plaga de la que ya alertaban los datos de Sanidad el pasado verano: en algunos municipios como Torrejón de Ardoz, el número de picaduras se triplicó en tan solo diez años.

Los bajos cauces provocados por la modificación del entorno y la sequía facilitan el crecimiento de la planta en la que esta mosca deposita sus larvas.

BLANCO PLAGAS: CONTROL DE PLAGAS

FUENTE: NATIONALGEOGRAPHIC.ES